28/8/18

MARTHA FALCÓN



Martha Falcón, treintona, con problemas financieros, recientemente recuperó 10 kilos, es bisexual y ya no lo oculta, pero casi nadie le cree. Algunos piensan que, si a Falcón le gustan las mujeres, es lesbiana y punto, solo que no se atreve a decir soy lesbiana y ya qué chu, porque se cree más interesante o misteriosa diciendo que es bisexual y sus pulsiones eróticas oscilan, veleidosas, impredecibles, como las fuerzas del viento. Además que es incómodo cuando uno lo confiesa, te miran como si hubieses dicho, oye tengo lepra.

Otros consideran que, si Falcón solo se le ha conocido dos veces parejas varones, indudablemente disfruta del erotismo con hombres, pero dice que también le gustan las mujeres para hacerse la posmoderna y agitar el gallinero.

Martha Falcón trató en su juventud de ser heterosexual, mujer, mujercita, pero fracasó en el intento: ya a los seis años tuvo una fugaz ilusión con una profesora de primaria y comprendió que estaba condenada a no ser normal. Después de su primer noviazgo con un sujeto, en la adolescencia, trató con de nuevo de ser lesbiana, una lesbiana orgullosa, eran tiempos de rebeldía y subversión. Con ganas infinitas de joder al mundo y ser como uno quiera ser. Sin embargo al final del día pensaba en mamá  y todas esas ideas desaparecían.

Pero, de nuevo, Falcón fracasó: tras su primer noviazgo con una mujer lesbiana, caletamente lesbiana, por la cual hizo un sinfín de locuras que no la enorgullecen. Se enamoró de un hombre joven que era su compañero de universidad y se fue con él, sin pensar que vivirían el más puro y bonito amor heterosexual. Pero como toda buena historia tuvo un final y dejó la valla muy alta para el siguiente tipo que conociese.

La última vez que Martha Falcón se apareó con una mujer fue hace dos años, antes de romper con ella, su novia ya existían fricciones que anunciarían el desenlace final y la colocada de cuernos de “Hellboy” fue un mero trámite y de lo ocurrido solo hay una testigo, más que suficiente.

Desde entonces, no ha besado mujer, no ha acariciado eróticamente mujer. Tales abstinencias no le han resultado arduas o estoicas porque ama su soledad y es feliz con ella, nadie ha sabido procurarle más refinados placeres que ella. Sin embargo, en una o dos ocasiones, Falcón se ha enamorado, ha caído rendida y fulminada ante los encantos de una muchacha, ha estado dispuesta a arrojarlo todo por la borda para estar con ella, el trabajo, la familia, su zona de confort. Pero la pasión o la calentura no fue correspondida, y Martha se quedó tirando cintura, y la joven que la subyugó se alejó dejándola aún más vacía y  necesitando de ella.

En poco más de tres décadas, Martha Falcón ha perdido la cabeza por cuatro mujeres, todas ellas aún vivas: la médico, fue la mejor amante de todas, un toro bravo, un pirata sin remilgos, relación que ocurrió clandestinamente, volando bajo el radar, pues ambas tenían miedo del que dirán; la practicante caradura que fue un milagro seducirla y la más cara en vivencias, y por quien Martha, tan dada al melodrama, quiso suicidarse; la novia que le duró un año, a la que supo amar sin reservas; y la abogada exhibicionista que se alcoholizaba a la que en un principio rechazó y se sintió agraviada cuando se terminó.

Y luego están, desde luego, las que se espantaron cuando ella les propuso una aproximación: ellas tendrán un post único más adelante.

Y aunque suene trillado,  el amor más perfecto, que con suerte durará hasta el último suspiro, es el que ahora vive consigo misma. Ya no quiere presumir, ya no busca, ya no tiene miedo de quedarse sola, quiere seguir creciendo y madurar.