15/2/19


ELLA
Mi madre era la única mujer con la que frecuentaba, salíamos siempre, a comer, a pasear, a distraernos de la vida cotidiana, después de aquella decepción amorosa me resigné a que ella sería mi única compañera en la vida.
Octubre fue el mes más intenso de mi vida. Me sentí libre. Ajenos no disponían de mi tiempo. Me di cuenta que mi familia era divertida. Íbamos mucho al cine o nos quedábamos en casa cocinando, comía frutas todo el día, era realmente divertido.
Pero Octubre también fue intenso porque conocí el amor; en los ojos primero, en las manos después, y en finalmente en sus labios.
Fue ella quien me enseñó la reciprocidad del amor. Fue ella también quién demoró varios días antes de aceptar salir conmigo por ese sendero nunca antes explorado, quien inició los delicados abrazos y el peligroso primer beso.
Nuestro primer beso fue un momento tan espléndido que no parecía real, no podía ser real, tenía que ser un sueño, una alucinación, una quimera.
Nunca pensé enamorarme tan perdida y completamente como lo estoy de ella. Y, por supuesto, ese amor no se extinguirá hasta el final de mi vida. Ella fue la primera mujer a la que me entregué, en sus manos conocí el amor, derretirme y sentirme tan extasiada sólo con saber que es mía y yo suya.
Aún recuerdo cuando nos duchábamos juntas entre risas y ternuras y miradas de un amor tan luminoso y perfecto que parecía infinito.
Cuando la vi desnuda por primera vez sentí que el resto de mi vida serían fotos pálidas, mustias, comparadas con la belleza translúcida de aquella imagen, sus ojos feraces posados en los míos rendidos, que, a no dudarlo, sería eterna.
Una de las cosas que más me gustan de ella, mi novia, es que cuando le hablo apasionadamente de cine, de planos y movimientos de cámara o de mi incierto futuro, aún se queda viéndome con tanto amor y no sale huyendo aburrida, más bien me pregunta admirada, ignorando que eso me enamora mucho más.
Al principio tuve miedo porque, siendo ella tan joven, podría aburriste de mi, pero amó mis defectos, supo lidiar con mi egocentrismo de casi toda la vida.
Pero probablemente lo que más me gusta de ella es que siempre está lista y dispuesta a animarme sea el problema que se presente.  Ella es una máquina para alegrarme el día.
A su lado no existe problema que no se pueda resolver. Ella es feliz ayudándome, enfocándose, tratando de entender cómo resolverlo. Si se me cae un contrato o hay días malos en el trabajo, ella se preocupa por mí, eso me enamora tanto.
Si tengo ganas de verla, ella hace magia con sus horas de clases para aceptar una salida. Si me duele la pancita, ella me da masajitos para aliviar el dolor. Nunca me dice: estoy cansada, no fastidies, es tu problema. Siempre está lista, dispuesta y encantada de darme una mano, su corazón y así alegrar mis días.
Mañana es nuestro primer 14 de febrero aún no tengo un plan definido. Solo sé que ella está siempre un paso adelante y será hermoso por que la amo.
Lo pasaré con ella, Melissa, mi amor, el gran amor de mi vida.