27/4/17

LO QUE ME URGE ES SANAR

" No pienses. Y, en la medida de lo posible, cállate la boca. Y deja que el que hable sea el alien que, tarde o temprano, crecerá y te pondrá a escribir sus dictados infernales hasta el punto en que llegarás a convertirte en su obediente secretaria, en su taqui-meca. Los dos deditos con que escribes -o los cuatro- danzarán arrechísimos y enloquecidos al caprichoso son que el alien les toque".
BETO ORTIZ

Hace exactamente  dos años, un 26 de abril, un día infausto cayó domingo, estaba en mi casa, de Leguia, viendo Star Wars V “El Imperio Contraataca” mi película favorita, cuando suena mi celular y entra una videollamada, apareció Stephanie  mi mejor amiga con rostro adusto, anunciándome que había visto a mi novia con un varón de la mano, donde la escena que presencio carecía de trato amical, y más bien denotaba una clásica escena de pareja.

A la hora siguiente, no dejaba de llorar, desestime  mi trabajo de filmación que tenía programado, tomé mis pastillas para dormir que me recetó el médico y me quedé en cama hasta el día siguiente.
Prometí no volver a llorar de esa manera y afrontar la situación tan cobardemente. Mi mejor amiga iba a viajar, pero se quedó conmigo, borro todas las fotos de mi novia de mi portátil y celular, se llevó todo lo que me recordase a ella y lo vendió. Dos semanas después se fue a Lima.

Erradicarla de mi vida no fue meramente verbal; renuncié a todo lo que estaba relacionado a ella, me exilie, y preferí mi soledad ante todo. En rigor, cumplí mi promesa, o la cumplí a medias, porque desde esa fecha,  ya no quise, o no pude, hablarle o responderle algún tipo de mensaje y cuando lo intenté sin convicción solo por saber de ella, pregunté a algunos amigos en común por su bienestar  y regrese pronto a mi estado solitario.

Solo hubo una vez, en este último año que he vivido en paz, en que pensé que debí confrontarla y reclamarle por ese hecho que nunca presencié y darle una oportunidad por la cantidad de mensajes y llamadas que ella realizo a mi persona. Pude haberme quedado con ella, pero ya no me iba a sentir  libre, iba a estar atrapada por un fantasma, le iba a creer todas sus excusas por que me conozco, y por obtener migajas de su amor, hubiera aguantado todo. Por eso me quedé en mi burbuja sosegada donde nunca hay mentiras, deslealtad y traición.

Aquel año, de 2015 a 2016, estuve retirada del amor, y me dediqué a escribir como una demente, publicando para un Blog francés a uno lectores muy selectos, que si bien son muy exigentes y no gusta mucho, era muy feliz escribiendo y no atada a mi vida de trabajo, que muy raramente salía de la rutina y cometía excesos.

Tenía veinticinco, poco más, poco menos, y era un mujer libre, desmesuradamente libre, sin oficinas ni horarios, comiendo siempre en algún café o restaurante del barrio. ¿Pude haber regresado a ella y reanudado mi relación? Sí, claro. ¿Hubiera perdido algo? Seguro, sin duda. Pero, ¿hubiese sido tan feliz? No, de ninguna manera. En mi caso, la felicidad depende del ejercicio inmoderado de la libertad, y en Tacna desde que te saque de mi vida hace dos años he podido sentirme libre de verdad pero aún lo que me urge sanar.




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